POR SUS NOMBRES


‘¡Hermana!’, ‘Miss’, ‘Profesora’, ‘Señora’ y, con suerte, ‘Mis Carmen’-cuando no es ‘Mis Carne’. Así es como me llaman los niños de los distintos programas en los que trabajo: Programa Casitas, y la Escuela Socio Deportiva MLK.
Utilizan una u otra forma dependiendo de la zona de El Agustino donde vivan, y de cómo les hayan educado. Pero es el sustantivo de ‘hermana’ el que más me llama la atención. Lo dicen los niños de Terrazas-Amauta como muestra de “educación y respeto”, me explican.
Más me parece un síntoma del gran cacao mental que tienen respecto a sus ‘mayores’. Confusión generada, probablemente, por la mezcla (o mixtura) de gente que les trata. Ya que los voluntarios y las educadoras, adquirimos en sus cabezas la categoría de sus ‘hermanas’ y ‘hermanos’, que son las religiosas y los religiosos de su iglesia misionera mundial.
Sin embargo..., - “Dime, mijo, ¿Cómo te dice tú mamá? ­ (…) Cuando no está enojada conmigo… me dice… Napito. (…)” ¹ - los nombres son importantes. Cada día que pasa soy más consciente de ésta realidad.

El Padre José Ignacio Mantecón Sancho - más conocido como Chiqui- famoso en el distrito por la labor que lleva realizando aquí desde que llegó (hace más de treinta años), es una de las personas que me están ayudando a darme cuenta de estos detalles. Prestándome libros como el de Tatuajes en el Corazón, y manteniendo conmigo conversaciones de lo más interesantes. 
Es el director de Encuentros Servicio de Jesuitas para la Solidaridad (SJS) de El Agustino, la institución donde trabajo, y la gente le adora. Es por eso que incluso los mismos que borraron los murales de mis niños del cerro para poner sus nombres, le invitan a almorzar para ganarse una imagen a su lado, de cara a las próximas elecciones. Y es que él, conoce todos los nombres.                                                              
Acceso a la Casita del Niño, y sede de Encuentros El Agustino.

Sin pretender aburriros, os cuento brevemente los proyectos de la institución, para que os acerquéis más fácilmente aquí con vuestra imaginación.
Seis Casitas – ludotecas para niños de entre 6 y 12 años- se distribuyen en el programa que lleva su nombre. Tres en los cerros, y tres en zona plana, por todo El Agustino. Atienden a unos 247 niños y niñas.
La Fundación Martin Luther King, dentro de la institución, abarca tres programas:
Escuela Socio Deportiva MLK, donde unos 570 niños y niñas de 5 a 16 años acuden a entrenamientos de futbol gratuitamente al estadio municipal, en cinco categorías: Pollitos (¡mis peques de 5 y 6 años!), Cariocos, Polluelos, Gavilanes, y Fénix.
MLK en tu Barrio, enseña este deporte de manera ‘callejera’ a unos 125 niños, en tres losas –canchas- localizadas en zonas no muy accesibles, y en algunos casos peligrosas. Sobre todo, para niños que no pueden permitirse, por diversos motivos, bajar solos hasta el estadio. 
Izquierda:Grupo 'Pollitos' en el Estadio Padre Eterno, El Agustino  

Programa de Educación Alternativa MLK, brinda educación primaria y secundaria a aquellos que, por su situación, no pudieron terminar –o comenzar- sus estudios. Cuenta con unos 85 beneficiarios.
Además, otro proyecto enseña Educación Digital básica a unos 20 niños y adultos, de la mano de Microsft.
Por último, Encuentros SJS El Agustino, tiene además un convenio con Sinfonía Por El Perú, donde los niños y niñas van a aprender música y canto tres veces por semana.
De manera transversal a todos estos programas, como si de una columna vertebral se tratara, está el Equipo de Apoyo Especializado (EAE) con una psicóloga y una trabajadora social a disposición de todos estos niños y sus familias, brindándoles apoyo, formación, consejo, terapia, y lo que haga falta.

Esperamos retomar también este curso –que recién está comenzando-  un programa para jóvenes de 13 a 18 años, que están en situaciones difíciles, principalmente porque acaban de salir de reformatorios y cárceles para menores. Acompañarles a través del Arte. Ojalá en un tiempo podáis leer una entrada sobre el proyecto. Querrá decir que estoy metida de lleno en ello. J Pero es un proceso lento.

Y en este proceso, yo sigo adaptándome al ritmo tan distinto. El tiempo vuela a la velocidad de la luz cuando pienso que ya llevo aquí casi dos meses, y que ya han pasado 2 años desde que el 14 de marzo me sacara el carnet de conducir.
Y se para de golpe, ese mismo tiempo, en las eternas colas –horas de papeleo- para conseguir el permiso de residencia, un paquete en la aduana, o Internet en casa. De momento he logrado una de tres. El paquete.

Las mañanas que no estamos resolviendo pendientes y haciendo colas, echo una mano en la oficina de Encuentros: Diseño, comunicación, redes sociales, redacción de informes, o capacitaciones, son algunas de las cosas que ando tramando por aquí. Por las tardes, tres días estoy en el Programa Casitas, y dos en el Socio Deportivo.

Y mientras tanto me voy aprendiendo –no sin gran dificultad- los nombres de mis peques. Y de forma abrumadora, por cada nombre, una historia.
Jade no se quería soltar nunca de mí cuando voy a la casita de San Judas. Poco a poco lo consigue. Su hermana Julia, de 20 años, tiene síndrome de Down, y muchas veces le toca cuidar de ella. Jade tiene 7 años.
     

Carlos tiene 11. Sólo fue un año a la escuela, y luego la dejó para cuidar de sus hermanas pequeñas. Lleva cuatro años haciendo de padre, mientras los suyos trabajan.
David sólo da problemas. El otro día se escapó, y le castigaron sin parque. La educadora de su casita cree que le pegan en casa. 
A Fer le pegan seguro. Con las tres puntas. Unos látigos de cuero -de tres puntas- que un señor vende en el mercado como si nada al grito de ‘para que sus hijos aprendan’. Por lo visto en la sierra aún se utilizan mucho. Hay una denuncia en proceso hacia la mamá de Fer.
Carla hace como que juega al fútbol en mi grupo de pollitos…pero solo llora porque su hermana ya ha pasado a la categoría de cariocos, y ya no están juntas.
Creo que su padre las abandonó, y ahora están conociendo a la pareja de su madre.
Marcos está metido en una pandilla. Se pegan y tienen disputas violentas con la pandilla vecina, para proteger su territorio. Baila break dance ‘que le sirve para canalizar su violencia’, según su educadora. Yo no creo que sea violento. Todos necesitamos desestresar, aunque tengamos 12 años. Tengo pendiente hacerme su pata, a ver si me cuenta donde va a bailar, y me deja unirme. Ojalá su pandilla pase a tener un nombre de crew.
Juanito es un pesado. Quiere jugar con ‘los mayores’, pero es un crío de 6 años. Requiere de mucha atención, y reacciona pegando a los demás niños cuando no tiene lo que quiere. El otro día se quería ir sólo a casa. Obviamente no tenía permiso. Cuando su madre vino a recogerle, no se quería ir con ella.
- ‘¿Por qué no te quieres ir?’
- Porque en mi casa no puedo jugar…
- ¿Por qué?
- Porque estoy muy sólo.
Y me dejó rota. Quedamos en que le iba a enseñar algunos trucos para divertirse sólo. A ver si empieza a dejar volar su imaginación.
Felipe y yo ya estamos empezando a ser colegas, y aunque yo aún no sea tanto como un pata para él, ya me ha contado que 'ella' es la niña más linda desde que entró en la casita. Poco a poco se está acostumbrando a añadir ‘Carmen’ después de ‘hermana’ cuando quiere decirme algo.
                                       Felipel, que es líder, pero aún no lo sabe.



Miguel y Jose, son los hijos de uno de los 'coordis'...Su historia da para un libro. Les adoro.
No falta tanto para que mis niños me llamen por mi nombre. Y mientras yo, poco a poco, me aprendo los suyos.

Mis niños de la Casita de San Judas, pintando 'la amistad'


1.       Del libro “Tatuajes en el Corazón. El poder de la compasión sin límite”, de Gregory Boyle, fundador de Homeboy Industries.  Ed Free Press, Nueva York. Págs.55-56






Comentarios

  1. Algún día cuéntanos la historia de Chris y Nico! Algo me dice que son tu debilidad....los has dejado para el final.

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  2. Te leo con un mes de retraso Carmen, pero da gusto hacerlo (y rabia al ver que "sólo" hay una entrada nueva aparte de esta).
    No dejes de escribir, ya sea para ti misma o para los demás. Estoy seguro de que en cualquiera de los dos casos hace un poco más real la experiencia si cabe, y te ayuda a ordenar los millones de cosas que te pasan por la cabeza para poder saborearlos después una y otra vez al releerte.

    Mucha envidia (sana) por lo que estás viviendo....¡¡Disfrútalo!!

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