MES UNO. EN TERRENO


Llevo un mes aquí, en el Agustino, y no puedo sentirme más como en casa.
He estado escribiendo bastantes cosillas estas semanas desde que llegué –bueno, y mucho antes, en realidad- pero hasta ahora no me he lanzado a compartirlo.
Os escribo desde casa, y lo comparto a ratos desde la oficina de Encuentros Servicio Jesuita de la Solidaridad- El Agustino, que es dónde Jesús y yo pasamos gran parte de las horas de nuestros días.

Para los que no lo conocéis, o no tuve la oportunidad de contároslo, me lancé a esta experiencia de Voluntariado Internacional (VOLPA) hace casi un año y medio. Aunque en realidad es algo que viene de largo…
VOLPA es un programa de voluntariado extenso de explicar, pero que ha merecido la pena desde el día uno, y del cual tengo ya mucho escrito y vivido. Viene a ser casi una nueva forma de vida… Pero os dejo el enlace de su página, para que lo veáis por vosotros mismos.
Jornada de Envío en la Sede de Entreculturas, Madrid


Pero yo al grano: VOLPA, formación previa, encuentros, voluntariado, gente, pastoral penitenciaria, trabajo, carrera, emoción, dificultades, proyecto, nervios, espera y finalmente… ¡Perú!


Así que aquí estoy, en El Agustino. Un distrito de Lima, con mi compi Volpa de Burgos, Jesús. Los dos, mano a mano desde el 17 de enero, conociendo una realidad de lo más auténtica.
Lima es una ciudad inmensa y muy extensa, en habitantes y superficie, y pese a todo lo que me habían contado, nada que ver con lo que me imaginaba.
Y aunque lo cierto es que aún no conozco tanto la ciudad..., repito: ya me siento como en casa.

EL AGUSTINO – Compromiso de todos


Diría que a EL Agustino lo definen sus colores, sus olores y sus ruidos…además, por supuesto, de su gente.
Sus colores son de base de polvo marrón -materializado en sus ladrillos oscuros, las tierras de los cerros, y los caminos picados por las obras- todo rematado con rojos, amarillos, verdes y azules. Los toldos del mercado y sus frutas y verduras. Palta y rocoto, choclo con queso, pollo y chancho, marcianos y queques… Y sus fachadas de ladrillo -algunas- pintadas de más y más colores, pero tapadas, de nuevo, por el polvo.
Olores a palillo y pimienta. Pan recién hecho en una esquina. Puestos de pollo y ceviche –amarillos y morados. Y olor a excremento de perro en las calzadas y veredas. Perdón: de perros. Muchos.

Perros que se convierten en el ruido de la mañana junto con los ¿graznidos? de los loros de cabeza roja de la vecina (¿Me acostumbraré algún día a que me despierten todas las mañanas cuando sale el sol?) Que se suman al reggaetón que invade las calles…en la casa del vecino, los carros y hasta los supermercados. Y a los cláxones de las ‘combis’ y las motos. Una vez, y otra, y otra.
Sonidos a los que se añade también el ‘canto’ del pastor de la iglesia misionera mundial (o algo por el estilo) que predica las maravillas del Señor todos los miércoles, viernes y sábados. Y que cuenta los horrores del llamado anticristo, “que trae con su venida al Perú, hasta la lluvia a nuestra Lima”, en palabras de una niña de once años…
Suenan también las luces llamativas del camión de la basura, con su música y su propio ‘el chatarrerooo’ peruano, que no es chatarrero, sino basurero, y que como tal, recoge y huele a mierda. Parecida a la de los perros que invaden los marrones cerros.

Cerros que subimos en moto, andando, o como Paco, salto a salto. 365 escalones –el más cercano-, uno por año, hasta llegar a un cielo inmenso, blanco, que se confunde con el mar, pero que es digno de contemplar.

Cerros formados por montañas de casas construidas a trompicones que contienen grandes muros pintados. 
Un gran muro azul, con unas letras que dicen: ‘El Agustino, compromiso de todos’ se ve desde el mercado y la Avenida Riva Agüero. Y otros muros más pequeños, algunos que solían estar pintados por los niños -nuestros niños-, ahora solo rezan ‘JORGE BOCANEGRA’ o ‘PACHECO’, en grandes letras negras sobre fondo blanco… siendo la propaganda de los que optan a ser regentes y alcaldes de la municipalidad.

En una ciudad que ahora mismo se rige por gobernantes corruptos –todos los presidentes imputados-, y en la que, en palabras de un limeño “el gobierno aquí no existe, nadie ayuda a la gente necesitada”, es donde se encuentran distritos como el de El Agustino o Pamplona Alta… Llenos de gente necesitada, con poca formación o formación nula en comparación con las zonas ‘pitucas’, y con un nivel de pobreza e inseguridad bastante altos.

Inseguridad en el día a día. Es una de las cosas a las que aún no he terminado de acostumbrarme. 
El transporte es una locura. No sólo porque no prevalece una red oficial de autobuses en condiciones, ni porque los precios o 'los paraderos' varían según le parezca al cobrador. Si no porque en el Agustino por existir no existen ni normas de tráfico...y si lo hacen, es como si no. 
Lo cierto es que aún no me he habituado a no poder moverme sola del todo -después de un mes, y que probablemente serán otros cuatro. Pero la adrenalina cuando subimos en moto al cerro, no está tan mal. 

"Carmen, guarda el celular", "Carmensita, mejor arrímate a la pared en esta calle" "Carmensita, agarra bien el bolso en los carros" Esto es lo de menos. A esto te acostumbras.
Pero a escuchar a las mamás de algunas zonas decir que no quieren llevar a sus niñas a los programas por miedo a que las violen. A ver el cartel de una niña del programa de Casitas, de 13 años, desaparecida -y escuchar que probablemente dentro de poco esté embarazada. A que nos cuenten las noticias de algún que otro caso horrible que mejor no os escribo...A ver a los niños quedarse solos desde las 6 de la tarde hasta bien entrada la noche... A todo esto aún no me he acostumbrado. Y ojalá nunca lo haga.

Y vivirlo todo en contraste con Miraflores o Barranco, que podrían ser zonas de cualquier ciudad europea...pues llama más aun la atención.

Porque la gente de El Agustino, como la de tantos otros distritos de 'acá', son personas que vinieron de la sierra pensando encontrarse un nivel de vida como el de Miraflores o San Isidro... y resultó que les costó años tener luz o agua. Eso sí, todos tienen acceso a la televisión pública, donde los 'reality shows' que se tragan, hacen que se enteren más bien poco de la realidad que tienen que soportar...


Pero las cosas mejoran, y van cambiando. Gracias a gente como el padre Chiqui, o la institución de Encuentros y los que la conforman, de quienes os hablaré en otro momento.

Os dejo, que los cerros me esperan.









Comentarios

  1. Que maravilla leerte....espero impaciente la próxima entrada!! Se te echa de menos...

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  2. Genial poder vivir esta aventura contigo!

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  3. Carmen eres estupenda, no dejes de escribir. Me encanta poder leerte y sentirme por un momento estar contigo. Un fuerte abrazo :) se te echa de menos

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  4. Carmen!! Por fin he sacado tiempo para leerte! Me ha encantado, que manera de ecribir! Y que experiencia más impresionante, sigue viviendola así y sacándole todo lo que puedas! Un beso enorme.
    Lu (Balmori ;))

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  5. Guau! no dejes de escribir Carmen, un abrazo y cuídate!!!

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  6. Carmenchu da gusto leerte!! Gracias por compartir esta gran experiencia que de alguna manera podemos vivir contigo a través de este blog. Un abrazo muy fuerte!

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  7. Carmenchu da gusto leerte!! Gracias por compartir esta gran experiencia que de alguna manera podemos vivir contigo a través de este blog. Un abrazo muy fuerte!

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  8. Genial Carmensita, dale caña que queremos ver la segunda entrega.

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  9. ¡Qué bien poder seguir tus pensamientos por aquí! <3

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